Bettina Dávalos

Un mensaje de texto No tiene color, sabor ni aroma. Es una promesa sin piel, Una melodía sin voz. Las palabras no tienen peso Si no las llegas a concretar. Meras líneas improvisadas, Carentes de sensaciones. Los dedos saltan  Entre las teclas. Repasan su coreografía Para un pálido escenario. Si falta la sensación del presente, El cuerpo no puede danzar, La mirada se aparta, La boca se seca. Un perfume a nada Saturando el pecho, Espesando el aire Y helando el vientre, las entrañas. Algún timbre en el teléfono Y un número en la pantalla Indicarán que hay un nuevo mensaje. Más de lo mismo. Detrás de la pantalla,  Todo. Detrás de la puerta,  Nadie, nunca hay nadie.

Miro a mi alrededor y no estas, reviso mi teléfono y no has llamado, repaso mi agenda y no hemos hecho cita. Mejor me voy, no quiero sentir más tu desinterés que desentona con tus palabras, pero que brota de tus acciones. E inacciones. No voy a adivinar lo que te sucede y no compartes, sólo interpreto lo que si llego a saber. Tu ausencia.

Regresaba caminando por el parque Sarmiento A esas horas en las que no debe uno andar solo. Quería acortar camino y me arriesgué. Todo era quietud y silencio. La noche estaba fresca Y neblina se observaba en el firmamento. El aire en el ambiente era muy fresco, Generaba un hormigueo en la boca, Con cada paso, cada vez más intenso, En ambos labios, agradable pero agridulce, Consciente de que, si persistía, podía dañar. El crujir de una hoja atrajo mi mirada, No había nada para observar. Estaba oscuro y no había movimiento alguno. Retomé el sendero de cemento. Por la pendiente, a la izquierda del camino, Se veían figuras en la iluminada pista de patín. Cerré un poco los ojos ante luces muy brillantes. La brisa tomó cierta intensidad Y acarició suavemente mis pómulos. Unos chicos trotando interrumpieron la magia. El ruido de los besos de una pareja vino de enfrente, Los miré en su diagonal caminar Y noté que los deportistas ya se habían ido.

Recuerdo cuando lo ví, Lloraba por una basurita en el ojo, Al tiempo que su novia lo había dejado.  Mi hermano tenía 18 años... Nacho nunca se volvió a imaginar Vestido en frak para una boda, Después que cancelaran la suya Engordó y lo pudo regalar. Gus llegó solo a la cima del Uritorco  Donde habían quince turistas más, Sin que nadie lo notara Escribió grande "Lulú" en una piedra. Mónica decía su brazo izquierdo, Hasta que en dos o tres sesiones Charly le dibujó un dragón con alas, Sólo disimuló su brazo. Ya no tenía amigos, Solamente le bastaba ella. Por suerte volvieron los amigos un día Pues, sabían que no se quedan las como ella. Fotografía: Nastia Vesna